Contrabando fluye sin control en la frontera norte
Un equipo de Cuarto Poder recorrió puntos fronterizos como el Puente Internacional Macará y el puente El Alamor, donde comprobó que el contrabando de productos y el ingreso de migrantes ilegales ocurre sin fiscalización alguna. A diario cruzan gasolina, medicinas, cigarrillos e incluso personas, sin que haya presencia de Sunat, Migraciones ni el Ejército.
La denuncia, registrada con cámara oculta, muestra cómo los llamados “pasadores” tienen total libertad para operar. Estos intermediarios afirman tener “arreglos” con policías de la zona para facilitar el paso de mercadería a cambio de coimas que van desde 5 a 40 soles, según el tipo de carga.
Los efectivos policiales no solo permiten el tránsito, sino que, en algunos casos, reciben el dinero directamente en sus patrulleros, según evidenció el reportaje.
Pagos por producto y migrantes que cruzan sin registro
El contrabando incluye bidones de gasolina, cajas con medicina adulterada y cigarrillos ilegales como “Golden”, además de personas extranjeras que cruzan al Perú sin pasar por ningún tipo de control migratorio. Según los testimonios, se paga:
S/ 5 por cruzar medicinas.
S/ 20 por pequeños paquetes.
S/ 40 por combustible o balones de gas.
Los migrantes, en su mayoría venezolanos, son guiados por estos pasadores por el mismo puente o por trochas laterales, ante la vista de las autoridades que no registran su ingreso ni controlan documentación.
“Se paga y se pasa. Así nomás funciona”, dice uno de los pasadores, mientras organiza el cruce de varios bultos con ayuda de jóvenes cargadores.
Una ruta de contrabando que cruza todo el país
El reportaje también reveló que este contrabando no se origina en la frontera. En muchos casos, los productos ingresan desde Bolivia, atraviesan el país sin controles efectivos y llegan a la frontera norte para ser introducidos en Ecuador. Es el caso de la estevia y medicamentos de origen dudoso, que no son decomisados durante el trayecto.
Además, algunos productos podrían representar riesgos sanitarios, como medicamentos vencidos o alterados. Pero el negocio es tan rentable que pasa por completo por debajo del radar de las autoridades.
El exministro del Interior Rubén Vargas advirtió en el informe: “No hay control en las fronteras. Es tierra de nadie. La presencia del Estado ha desaparecido”.