Cusco: dos policías españoles se suman a la búsqueda de turista desaparecida
Dos agentes de la Policía Nacional española especializados en homicidios y desapariciones colaboran con las autoridades del Perú en la investigación de la muerte de la joven ecuatoriano-española Nathaly Salazar, desaparecida el 1 de enero, y apoyan a los padres de la víctima, que se trasladaron a Lima y posteriormente a Cusco.
Los policías españoles están prestando apoyo continuo a los padres de Nathaly, una joven española de origen ecuatoriano residente desde hace quince años en la ciudad costera de Valencia (este de España) y desaparecida en la provincia de Cusco. Por dicha desaparición fueron detenidas en la víspera dos personas tras asegurar que la joven murió al sufrir un accidente cuando usaba un transporte rústico elevado similar a un teleférico y arrojaron su cadáver al río Urubamba.
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No solo la Policía Nacional está colaborando en las pesquisas desde España, asegura la agencia Efe, sino que en el lugar de los hechos trabajan los dos funcionarios españoles desde el primer momento del suceso, del que tuvieron conocimiento el día 7. De forma inmediata, según ha informado la Dirección General del cuerpo, los investigadores de la Brigada Central de Investigación de Delitos Contra las Personas contactaron con el agregado de Interior de la Embajada de España en Lima, quien confirmó la desaparición e inició los contactos con las autoridades peruanas.
La comisaria ha relatado la labor de esos dos policías, en coordinación con los agentes peruanos y con la Fiscalía, y ha mostrado su confianza en que el cuerpo de la joven pueda encontrarse cuanto antes durante el rastreo del río.
Los familiares de la joven presentaron el día 8 de enero la denuncia por estos hechos en Valencia e indicaron que no tenían noticias de ella desde el día 1. Tras contactar con el hostal de Cusco en el que se alojaba, confirmaron que Nathaly había abandonado el establecimiento el día 2 con la intención de dirigirse esa mañana a visitar la zona de Maras-Moray, a unos cincuenta kilómetros, y volver, ya que había dejado allí sus pertenencias.