Campesinos reclaman que sus tierras han quedado infértiles por obras

Las labores de la empresa noruega generadora de energía Cheves han perjudicado a la comunidad de Oyón.

Guillermina y Victoria, dos de las pobladoras de la comunidad campesina de Huacho, en la provincia de Oyón, se sienten preocupados porque sus tierras de cultivo han comenzado a secarse y a rajarse.

"¿De dónde voy a comer? Yo quiero que me responda mi chacra", se pregunta la campesina. 

Las grietas ha resquebrajado la relación entre la comunidad y la empresa noruega generadora de energía Cheves y un nuevo conflicto social parece avecinarse.

En un reportaje especial de Cuarto Poder, la manzana de la discordia en esta zona netamente agrícola, ubicada a 140 kilómetros al norte de Lima, es la construcción de la central hidroléctrica entre las provincias de Huaura y Oyón que utilizará las aguas de los ríos Huara y Checras para generar 168 megabatios de electricidad.

El contrato de concesión fue firmado en el 2010, en el gobierno de Alan García, pero empezó a construirse al año siguiente. Los pobladores aseguran que a medida que se ha avanzado la construcción del túnel para generar energía para la hidroeléctrica, las chacras del cultivo que están en el cerro se han secado y ahora presentan grietas.

Estas acciones empresariales han sido aprobadas por las autoridades en el instrumento de gestión ambiental. Las tierras donde antes los campesinos cultivaban choclo y palta ahora son infértiles por los túneles que impiden que pase el agua. 

En el estudio de impacto ambiental de Cheves, la empresa no consignó si el manantial que alimenta las tierras de cultivo corría algún riesgo.

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