Serpentín de Pasamayo: así es una de las vías más mortales del país

La cantidad de accidentes en la zona ha sido tal que ni siquiera las autoridades tienen cifras exactas al respecto

Serpentín de Pasamayo. Foto: Carreteras peligrosas.com

Entre Ancón y Chancay, al norte de Lima, una escarpada y peligrosa vía se abre paso entre un acantilado rocoso y un abismo que termina en la orilla del mar: el serpentín de Pasamayo. 

Sobre esta carretera de 22 kilómetros transitan vehículos pesados y buses interprovinciales que van o vuelven al norte. Su paso es obligado para las conexiones desde esa zona del país con la capital. 

Es tan estrecho el paso que los vehículos que transitan en ambos sentidos sienten rozar a los otros. Deben hacer maniobras temerarias para no chocarse. Los zumbidos de las máquinas se mezclan con el ruido de las olas que rompen en las piedras de la orilla y aturden. A esto se suman las 52 curvas que presenta la carretera y que hacen difícil la transitabilidad.

Pero estos no son los únicos riesgos que presenta esta carretera. Si en veranos moderados la presencia de neblina es intensa, en invierno es prácticamente imposible ver más allá de dos o tres metros. Las barandas de seguridad son inexistentes. Es una bomba de tiempo.

Ni siquiera el Ministerio de Transportes cuenta con cifras exactas de los accidentes que han ocurrido en la también llamada Carretera Nacional 001B. Entre los años 1990 y 2018 al menos 16 incidentes han ocurrido en la zona, según Lorenzo Orrego el jefe de la Sutrán, sin contar los otros innumerables choques de los que no se ha dado cuenta.

A eso se suma la irresponsabilidad de los conductores y el poco respeto a las normas de seguridad. La velocidad máxima es de 60 kilómetros por hora, sin embargo en el estrecho camino, que por los años 40 era una vía férrea, algunos intentan adelantar por la izquierda o ir a más del límite permitido. 

Sobre el serpentín, a dos metros aproximadamente, pasa la carretera Ruta Nacional PE-1, 'Variante de Pasamayo' por la que transitan vehículos menores, sin embargo, esta genera muchas veces desprendimiento de rocas que afecta la ruta del Serpentín, que por sus innumerables accidentes fue rebautizada como 'La curva del diablo'.

La peligrosidad de la carretera tiene larga data. Tanto que en la obra Los Cachorros, de Mario Vargas Llosa, se relata la muerte de 'Pichulita' Cuéllar, ocurrida tras un choque en la zigzagueante ruta. 

"Y ya se había matado yendo al Norte. ¿Cómo?, en un choque. ¿Dónde?, en las traicioneras curvas de Pasamayo. Pobre, decíamos en el entierro, cuánto sufrió, qué vida tuvo, pero este final es un hecho que se lo buscó", narra la historia del Nobel de Literatura peruano.

La obra fue escrita en el año 1967. 50 años después nada parece haber cambiado.

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