Habla el suboficial que sobrevivió al incendio de patrullero donde murió calcinado su compañero
Muertos, heridos, un policía cruelmente calcinado y un bebé fallecido luego de que una turba impidiera el paso de una ambulancia es el saldo de la violencia descontrolada que enluta a todo el Perú
Un silencio desolador envuelve las calles de Juliaca después de lo ocurrido. No es un silencio de calma, es un silencio de zozobra, de mucha tensión que golpea a todos, quienes por diversos motivos, les toco estar aquí.
Después de varios días sangrientos en el sur del país, Puno llora a sus muertos, mientras los hospitales en Juliaca no se dan abasto, están llenos de heridas con perforaciones de balas, la mayoría jóvenes que llegaron desangrándose.
Veinte muertos, centenares de heridos graves entre policías y civiles, un policía cruelmente calcinado, un bebé fallecido luego que la turba descontrolada impidiera el paso de la ambulancia que lo trasladaba. Ese es el saldo de tanta violencia.
Según los informes de medicina legal, las muertes fueron como consecuencia de impactos de proyectiles de arma de fuego. La mayoría de fallecidos en Juliaca son pobladores entre 17 y 40 años de edad.
En esta sangrienta pelea entre peruanos dejó de existir el estudiante de medicina Marco Antonio Samillan Sanga, un joven a punto de graduarse, cuya vocación de ayudar a los heridos le costó la vida. Le alcanzó un disparo mortal cuando auxiliaba a uno de sus paisanos.
Marco, de 31 años, sabía que su vida se apagaba. Como buen estudiante de medicina, presentía que algo grave le ocurría, pero él se aferraba a la vida.
La vida de Marco se apagó y también los sueños de su familia de verlo convertido, luego de muchos años de estudio, en un prestigioso médico.
Las ilusiones de los padres de José Luis Soncco Quispe, el policía que fue quemado junto a su patrulla, también quedaron desechas. Humildes campesinos, sentían orgullo de verlo vestir el uniforme de la Policía. Tras años de enorme esfuerzo para lograr que fuera profesional, ahora ya no lo verán más sirviendo a la patria.
Soncco Quispe no volvió más a casa, no volvió a ver a su familia. Fue interceptado por una turba de salvajes pobladores que no tuvieron piedad y no pararon hasta calcinarlo. Cuarto Poder pudo conversar con uno de sus compañeros que sobrevivo de milagro a ese mismo ataque. Fue traído a Lima por la gravedad de sus lesiones. Hoy se recupera en una habitación del Hospital de Policía.
El suboficial Ronald Villasante Toque tiene 25 años, estuvo dentro de la patrulla junto a Soncco cuando fueron rodeados por más de 100 personas y obligados a bajar del vehículo.
Villasante tiene hoy un grave problema neurológico por un traumatismo encéfalocraneano debido al impacto de objetos y múltiples golpes en la cabeza, en el rostro, en los brazos y en la espalda. Está aún consternado, no entiende como pudo sobrevivir al ataque.
Su compañero Soncco, según el reporte del médico legista, murió por un traumatismo encéfalocraneano grave, luego fue quemado y sus restos fueron reconocidos horas después. No se le encontró impactos de bala en el cuerpo.
Los heridos civiles también se encuentran muy graves con heridas de bala y perforaciones en el cuerpo por proyectil de arma de fuego. Decenas de ellos fueron trasladados a Lima para una atención más especializada en los hospitales del Ministerio de Salud (Minsa), mientras que otros aún permanecen en los hospitales de Puno.
Las muertes, producto de las heridas de bala y las múltiples perforaciones en el cuerpo por arma de fuego, seguirán siendo investigadas por el Ministerio Público. Sin embargo, el precio que hemos pagado todos los peruanos por esta asonada violentista cargada de discursos radicales ha sido muy alto, casi 50 muertos, con el riesgo que la cifra crezca en los próximos días.