La historia detrás del dictamen de inmovilización por un día en Lima
Cuarto Poder presenta información corroborada por fuentes de la Policía Nacional y Palacio de Gobierno sobre todo lo que precedió al Decreto Supremo 034, que paralizó a Lima y Callao.
El hombre que ven en pantalla es José Luis Fernández Latorre, jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia, la DINI, lo que antes era el Servicio de Inteligencia Nacional, el SIN.
Cuarto Poder presenta esta noche información corroborada por fuentes de la Policía Nacional y Palacio de Gobierno sobre todo lo que precedió al Decreto Supremo 034, el que paralizó la capital y el Callao y que hoy pone en evidencia a uno de los actores menos visible, pero más influyente, del entorno presidencial
Cuando el exfiscal Avelino Guillén juró al cargo de titular del Interior el 4 de noviembre del 2021, el chotano José Luis Fernández Latorre ya tenía un mes como director de Inteligencia Nacional; es decir, como jefe de la DINI.
Con Fernández Latorre hablándole al oído a Pedro Castillo, Guillén fue testigo de excepción del primer intento del presidente por convocar a una declaratoria de emergencia en Lima y Callao, un tercio de la población del país.
Era jueves 25 de noviembre. En el Congreso se había presentado una moción para la destitución del jefe de Estado. Se anunciaban una marcha multitudinaria pro-vacancia. El presidente, entonces, envió un emisario.
Sin que ninguno de los órganos de inteligencia del Ministerio del Interior ni de la policía se pronunciaran en absoluto sobre riesgos desproporcionados, desde Palacio se envió a Guillén una plantilla, un modelo de decreto supremo que Guillén debía llenar, debía justificar en el papel.
Guillén no se quedó de brazos cruzados y buscó al día siguiente al mismo jefe de Estado.
De noviembre del 2021 a abril del 2022, se ha cambiado de ministro del Interior, pero se han mantenido los miedos, acaso azuzados, acaso respaldados por el mismo director de la DINI, cabeza del máximo organismo de inteligencia del Perú.
Todo pasa por los ojos de este mayor en retiro de la policía, el cajamarquino, José Luis Fernández Latorre, nombrado el 03 de setiembre por su paisano, el presidente Pedro Castillo, y el entonces titular del Consejo de Ministros.
Tiene un listado de quejas internas, de medidas disciplinarias por desobediencia en la policía, de donde no tiene el mejor recuerdo.
En este ruedo de personajes, también aparece Henry Shimabukuro, un empresario constructor a quien conocimos como víctima de una presunta estafa de empresas vinculadas a los hermanos Fujimori. Él es hoy el brazo de Fernández Latorre en Palacio de Gobierno, según ha confirmado el diario El Comercio.
Para el lunes 4 de abril, ya las huelgas de transportistas y gremios agrarios habían arrojado víctimas mortales en las provincias del país. Lima estaba atrapada por cadenas de videos de supuestos saqueos que jamás sucedieron. Para entonces en Palacio, ya estaba sobre la mesa del Consejo de Ministros el informe de inteligencia 028-2022 de Fernández Latorre advirtiendo que Lima ardería. Horas después, poco antes de la medianoche, el presidente anunció la inmovilización de la capital y su provincia constitucional.
Miércoles por la tarde, el gabinete en pleno intentó justificar la inmovilización de la ciudad del martes 5 de abril. El jefe de gabinete leyó un informe de la policía, pero guardó bajo 7 llavees el informe madre, el informe de la DINI.
Pero la Policía Nacional no se quedó atrás. Sacó su propio comunicado de prensa aclarando que todo nació en el gabinete de Consejo de Ministros con un informe de la DINI sobre la mesa. La policía no puede ir en contra del máximo órgano de inteligencia y tampoco puede ordenar toques de queda.
Lo que narran las fuentes, y que la sucesión de hechos parece evidenciar, es que desde la DINI nació la hipótesis de un inminente caos y la solución de paralizar la ciudad. Todo por el temor de la llamada destitución.
De con qué ojos haya visto el presidente Castillo todo lo sucedido el 5 de abril, marcará un antes y un después, de la aparente influencia, el aparente poder de José Fernández Latorre.
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