Delincuentes usan granadas de guerra búlgaras que cuentan con siglas del Ejército
Las granadas de guerra se han convertido en el arma más utilizada por los criminales dedicados a la extorsión y otros delitos
Son las 11 de la noche de ayer sábado en Lince, esta cámara de seguridad apunta a la puerta del hotel Aristo ubicado en la cuadra veinte de la avenida Petit Thouars.
A las 11 con 2 minutos una persona ingresa al hotel y tres segundos después, una moto aparece.
El piloto mantiene la marcha mientras su acompañante lanza, con precisión, una granada activada hacia la puerta del hotel Aristo.
Una mujer está a pocos metros, se acerca a la puerta del hotel sin tener idea del estruendo que la espera.
Fueron tres las personas heridas por las esquirlas de la granada, una muestra más de un país entero aterrorizado porque la delincuencia sigue escalando niveles de violencia pocas veces vistos. Ahora las granadas parecen haberse convertido en el arma más utilizada para las extorsiones y otros delitos.
Violencia que la policía investiga y a la que se enfrenta. En el caso del hotel de Lince, sospechan de un nuevo caso de extorsión. Una represalia contra el dueño del hotel o contra las trabajadoras sexuales de la zona por no pagar cupos.
Solo en este año la policía ha encontrado, en intervenciones por diferentes delitos, 177 granadas, literalmente en manos de los delincuentes.
Como ocurrió el viernes 15 de septiembre cuando la policía llegó sigilosa a un peligroso barrio en San Martín de Porres.
Iban por un grupo de ocho extranjeros que, en bicicleta y con pistola en mano, atracaban a todo aquel desafortunado que se cruce en su camino, cómo este repartidor de gaseosas al que le rompieron la cabeza con la cacha de la pistola.
Luego de robar se iban manejando sus bicicletas. Sin prisa y victoriosos, con el arma al aire. Esa impunidad acabó esa tarde del viernes, pero antes de ser detenidos tenían, entre manos, una sorpresa para la policía.
Los policías sospechaban que uno de los más peligrosos era el más alto, conocido como Titini. Fueron segundos de pánico intentando agarrar la mano de Titini para que no activara la granada.
El coronel Eduardo Cruz, jefe de la Dirección Contra el Crimen Organizado, cuenta que en la intervención se detuvieron a 4 venezolanos y 4 colombianos. Pistolas, celulares, balas y la granada que José Ramirez Quesada, alias Titini, quiso activar. La misma que ahora, con una burlona sonrisa, niega.
La risa del extranjero se contrapone a la preocupación de miles de policías. Pero hay en la policía una desazón mayor y desconocida hasta el día de hoy. De las 177 granadas encontradas este año, cerca de 18 son granadas Búlgaras marca Arsenal, modelo GHD-2. Un tipo de explosivo peligroso por su modernidad y porque puede alcanzar cerca de 80 metros de radio, como lo explica el comandante Juan Chenet, jefe de la Unidad de Desactivación de Explosivos, conocida como UDEX.
El viernes 15 de septiembre, el mismo día que Titini intentó hacer explotar una granada para matar a los policías que lo detuvieron, un delincuente lanzó una granada Búlgara en la puerta de la discoteca Xander’s. Fueron cerca de 15 personas las que resultaron heridas.
La sangrienta escena tiene una explicación. La gran mayoría de granadas tiene este tipo de esquirlas o metrallas que salen disparadas en el momento de la explosión: son circulares y pueden causar mucho daño. Sin embargo, la granada búlgara tiene un tipo de metralla o esquirla que tiene forma irregular y filosa.
Si una de esas filosas esquirlas cae en una parte vital del cuerpo, la muerte es segura, por eso la preocupación de la policía. En las últimas semanas han visto el aumento de las granadas búlgaras en las calles. Como ocurrió el 2 de septiembre, cuando el Grupo Terna logró detener a 4 extorsionadores quienes llevaban en el auto dos granadas búlgaras.
Otra amenaza con granada búlgara ocurrió el 27 de septiembre cuando la División de Homicidios de la policía allanó este departamento de San Borja donde, al igual que en San Martín de Porres, un extranjero intentó detonar una granada búlgara cuando la policía iba por él.
Pero esa versión cambia con el paso de los días. Cuando el miedo se va y aparece, una vez más, ese semblante burlón. Sin la sonrisa de otros detenidos, pero con las mismas excusas.
La policía ha iniciado una investigación con respecto a las granadas búlgaras, basada en los análisis de los artefactos de este tipo incautados, donde se precisa lo siguiente: "Son de uso exclusivo de las Fuerzas del Orden".
En uno de los informes de las granadas búlgaras halladas hay un detalle resaltado en los documentos: "Lleva consigo en el cuerpo (...) en bajo relieve las letras EP que corresponden probablemente al Instituto Armado al que pertenecen".
Ese pequeño detalle nos hizo preguntarle al Ejército si ellos tenían en sus almacenes granadas búlgaras y si había algún lote extraviado. La respuesta fue esta:
“En la actualidad sí existen en los cargos del Ejército este tipo de granadas (...) desde su adquisición hasta el día de hoy, no se han reportado ni pérdidas ni sustracciones”.
Lo que podemos afirmar es que el Ejército del Perú compró granadas búlgaras desde el 2014. Este tipo de granada es administrada por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, quienes la usan en el Vraem, para patrullas donde participan miembros de las Fuerzas Armadas y la policía.
Lo que también es un hecho, es que el control de estás granadas solo se puede hacer hasta cuando salen de los cuarteles.
Para la policía es difícil determinar de dónde provienen las granadas porque la mayoría tienen sus códigos borrados y eso no permite realizar la llamada trazabilidad, es decir la verificación de qué modelo o marca es y sobre todo qué Fuerzas del Orden las compararon.
Mientras siguen investigando el trabajo de la Unidad de Desactivación de Explosivos se ha triplicado. Cómo esta intervención, otra vez, en San Juan de Lurigancho. El comandante Chenet tiene a su cargo 11 efectivos, pero en realidad debería tener 150 policías. El déficit se hace sentir más en estos tiempos violentos.
Los agentes de UDEX dicen que no tienen miedo, pero lo que no pueden negar son los malos recuerdos. Como el de su compañero Rodolfo Castellano quien en el año 2015 perdió la vida cuando fue a desactivar una granada en Villa el salvador que un extorsionador colocó porque el propietario de un colegio no le pagó el dinero que pedía.
Pero esos malos recuerdos tienen que desaparecer cuando se trabaja, sacando granadas de las casas de detenidos que siempre tienen el mismo discurso.
Sujetos que nos están obligando a vivir aterrados, a la defensiva, como el viejo lema de la Unidad de Desactivación de Explosivos: "El primer error es el último".