El edificio de la estafa en San Miguel

El sueño de la casa propia se ha convertido en una pesadilla para varios compradores que apostaron por vivir en San Miguel

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La séptima etapa de la urbanización Maranga, en San Miguel, fue entre 2017 y 2019 un sector de altísima demanda en el mercado inmobiliario. Ubicados cerca de las avenidas La Marina y Elmer Faucett, los edificios de esta zona que fueron ofertados en esos años resultaron muy rentables.

O al menos es lo que creyeron muchos de los compradores que buscaron un departamento en estas apacibles calles cercanas al parque Quiñones.

A mediados del 2018, Paola Berroa necesitaba un espacio donde vivir junto con sus dos hijos; y estas ilustraciones de la inmobiliaria Piedra Alta calzaban perfecto con el hogar de sus sueños.

Inversiones Piedra Alta tenía como gerente general a Juan Carlos Noceda Bejarano, quien, lejos de ser un empresario aplastado por el tedio, se daba tiempo para vacacionar junto a la familia.

Precisamente, mientras el representante de Inversiones Piedra Alta recorría el Viejo Continente, Paola visitaba los amplios departamentos que la inmobiliaria ofrecía a sus clientes en Maranga.

Paola decidió adquirir aún en planos el departamento 301 que debía de construirse en el 185 de la calle Alfredo Icaza. Firmó contrato con Piedra Alta en agosto del 2018, documento donde la inmobiliaria aseguraba ante notario público ser la legítima propietaria del referido inmueble.

Tiempo después, Paola descubriría que el terreno, en ese entonces, no estaba a nombre de la empresa de Juan Carlos Noceda. Y lo que es peor, que actualmente Piedra Alta no tiene ningún derecho patrimonial sobre el terreno en el que debía de edificarse el departamento que pagó.

Paola pagó 90 mil dólares por el valor total del departamento, precio muy por debajo del que, en cualquier zona de Maranga, por ese entonces, valía un inmueble como el que le ofrecieron.

El plazo de entrega de su departamento vencía en febrero del 2020, pero para esa fecha ni las grúas ni los obreros aparecían en el terreno.

En marzo de 2020, llegó la pandemia y el consultorio dental de Paola dejó de generar ingresos. No tenía dinero ni para pagar un alquiler.

Desde entonces, Paola ha visto su dinero esfumarse junto con el sueño de la casa propia. Hasta la tenencia de sus hijos se le hizo insostenible en un ambiente pequeño y del cual no es dueña.

Pero Paola no es la única que confió en Juan Carlos Noceda y compró un departamento en lo que debería ser el edificio del 185 de la calle Icaza.

Diego Ramírez tiene 29 años, juega en el Cantolao de la primera división peruana, y dice que Juan Carlos Noceda y su empresa le deben 35 mil dólares.

A finales del 2018, Diego quería un lugar seguro donde vivir junto con su familia y sin pensarlo mucho firmó un contrato por la compra del departamento 302. Firmó contrato por 117 mil dólares sin tener aprobado un crédito hipotecario.

Diego nunca desconfió de Juan Carlos Noceda, quien le prometió por escrito que si demoraba en la entrega del departamento le pagaría 500 dólares mensuales hasta el día en que las llaves de su nuevo hogar estuvieran, finalmente, en sus manos.

El tiempo pasaba, los goles de Ramírez daban que hablar en la prensa deportiva, pero de los trabajos en la calle Icaza no volvió a tener ninguna noticia.

Cansado de las demoras, Diego activó los mecanismos legales de protesta. Pero solo consiguió que Inversiones Piedra Alta le ofrezca devolverse su inicial en dos armadas, sin las penalidades que decía el contrato. El futbolista creyó que querían dejarlo en fuera de juego con la promesa y no aceptó el trato. Por el contrario, denunció a Juan Carlos Noceda por estafa, pero la fiscalía archivó hasta en dos ocasiones su denuncia penal.

Lo mismo le pasó a quien iba a ser su vecina. Paola intentó denunciarlo penalmente por estafa, pero la fiscalía no admitió a trámite su acusación.

Otro proyecto inmobiliario a cargo de Inversiones Piedra Alta y Juan Carlos Noceda que quedó inconcluso en Maranga es el ubicado en el 131 de la calle Munaysenca.

Marisol Quintana es madre soltera y enfermera. En el 2017 planificó mudarse de San Martín de Porres a San Miguel junto con sus padres, ya ancianos, y su único hijo. Dijo que Piedra Alta -que pedía 230 mil soles a cambio de 90 metros cuadrados- fue su mejor opción.

Hasta el 2019, Marisol asegura haber pagado casi la totalidad del departamento. Se siente mal cuando recuerda que seguía abonando a la cuenta de Piedra Alta sin ver avances en la obra, la cual debió finalizar en diciembre de 2018.

El 2020 trajo consigo a la pandemia y se llevó en el camino a sus padres, a quienes llora todos los días, pero cuya casa -en San Martín de Porres- es el único techo que tienen ella y su hijo.

Decidida a dar pelea por su dinero, Marisol se topó con ingratas novedades. En primer lugar, el cambio de propietario de su terreno, que Inversiones Piedra Alta vendió a JJNM Inmobiliaria al módico precio de 40 mil dólares.

Pero no es todo. El nuevo propietario, inscrito como empresa en octubre de 2021, tiene entre sus fundadores a la madre de Juan Carlos Noceda Bejarano, quien en noviembre del 2021 pasó a ser apoderado de la empresa.

Para los vecinos de la zona es ya conocido el accionar de Juan Carlos Noceda, a quien tildan de ingeniero pese a no tener títulos registrados en Sunedu.

En 2019, Juan Carlos Noceda dijo tener intenciones de comprar este terreno, ubicado en el 160 de la calle Collasuyo. Al menos eso le dijo a Leonor Huarancca.

Lo que pasó después, a estas alturas, parece predecible: Piedra Alta nunca construyó nada en este terreno. Tampoco cumplió con devolverle a Leonor su dinero en las fechas que el mismo Juan Carlos Noceda se había comprometido por escrito.

Leonor tomó el camino de la demanda civil, y logró que un juzgado le ordene a la empresa de Juan Carlos Noceda que le pague lo debido. Pero el plazo dictaminado por el juez se incumplió. No es la única en estos trances.

Buscamos a Juan Carlos Noceda en todas sus direcciones, pero solo pudimos conversar con su asesor legal. Pese a ello, no recibimos evidencia de su parte que acredite la intención de pagar las deudas adquiridas por Inversiones Piedra Alta en los últimos años.

El sueño de la casa propia anida en selvas de concreto y hormigón: muchos de ellos se vuelven realidad, pero otros acaban convertidos en interminables pesadillas.

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