El ambiente de polarización y caos en el Congreso durante la semana de votación al gabinete Otárola

Un Parlamento que pide la renuncia de Dina Boluarte y justifica en algunos casos las muertes en las regiones del país

Otárola ante el Congreso. Video: Cuarto Poder

Un día antes de la presentación del gabinete Otárola en el Congreso de la República para pedir el voto de investidura, algunos legisladores trataron de convencer al premier de que no asista en medio de las protestas que hasta ese momento dejaba 17 muertos en Puno. La propia mesa directiva lo había puesto al tanto de lo que podía suceder. Pero igual el premier y su gabinete decidieron ir al Congreso.

Era martes y los rumores de una agitación al interior del hemiciclo parecían confirmarse. Pese a que los ministros estaban advertidos, congresistas de Perú Libre los tomaron por sorpresa y gritándoles “asesinos” impidieron que el premier Alberto Otárola tome la palabra para exponer su plan general de gobierno y pedir el voto de confianza.

En medio del caos, tres congresistas, María Agüero, Flavio Cruz y Wilson Quispe rodearon al premier Otárola y le increparon por las muertes en las protestas desde el 7 de diciembre pasado. La carga de tensión era tan alta que el congresista Enrique Wong tuvo que mediar para menguar una posible escalada de violencia y la ira de los más iracundos legisladores como Palacios y Quito. Sin posibilidad de retomarse el diálogo, Otárola fue sacado del hemiciclo junto con su equipo de ministros.

El congreso parecía reflejar exactamente la misma polarización y caos que se vive en estos momentos al sur del país. Todo esto, en una semana en la que se sumó la visita de representantes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para analizar la crisis, la renuncia y nombramiento de nuevos ministros, entre ellos el crucial despacho del Interior, y la reaparición de la presidenta Dina Boluarte que en un mensaje a la nación volvió a decir que no dejará el cargo.

Vimos a la exministra de Pedro Castillo, Kelly Portalatino gritar a viva voz contra el gabinete Otárola, llevar una mano pintada de rojo y enfrentarse cara a cara con la congresista Rosangela Barbarán de Fuerza Popular quien en ese momento sujetaba a la legisladora María Agüero. Portalatino busca llevarse a su colega del partido del lápiz, pero no lo logra. Y aunque parece un hecho sacado de la ficción, este álgido momento termina con el épico beso que Barbarán le da a su adversaria política.

Al final del día, el gabinete Otárola se fue del congreso con el voto de confianza concedido mayoritariamente por el bloque del centro derecha y algunos legisladores no agrupados. El mensaje de la izquierda también era contundente, seguir dándole la espalda al gobierno de Dina Boluarte.

Dina Boluarte lleva en hombros lo que su premier, Alberto Otárola, llama la cruz de la democracia. Es el hombre con más poder en el gobierno y el llamado a dar soporte en momentos de vacilación política, aunque algunos asesores y consejeros de la presidenta lo miran con desconfianza. Fuentes directas señalan a este programa que Boluarte ha renunciado dos veces en su círculo más íntimo, pero ella misma ha decidido continuar y trabajar en una estrategia que no acompañó desde el inicio de su gestión.

Escucha con atención, sin embargo, a dos personas de su máxima confianza. A su hermano Nicanor Boluarte y al exviceministro de prestaciones sociales del Midis, William Contreras, con quien trabajó muy de cerca por más de un año mientras Boluarte fue ministra. Contreras habría propuesto a Pedro Angulo Arana como premier, aunque al cabo de 11 días este perdía la confianza de la presidenta y fue relevado del cargo.

El viernes, al borde de las 11 de la noche, Dina Boluarte dio un mensaje a la Nación. Consolidó la estrategia de la firmeza, pero también pidió perdón y llamó al dialogo a los líderes políticos y sociales del sur del país para cerrar las brechas más urgentes de desigualdad y pobreza.

La respuesta a quienes solicitaban su renuncia llegó sin dudas ni miramientos. “No voy a renunciar”. Pero para un sector de la población autodenominada milenaria y campesina fue un discurso desafiante y provocador. La agenda, tras la caída del golpista Pedro Castillo de quien estaban orgullosos por haber llegado a Palacio, es seguir luchando contra Dina Boluarte a quien ven como la traidora, instaurar una asamblea constituyente y llamar a nuevas elecciones cuando la izquierda tenga un brazo político articulado.

Es la hora de Dina Boluarte en tiempos en los que el dialogo es esquivo y el desafío enorme. Los próximos pasos serán decisivos.

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