Tradicional indulgencia de la Porciúncula se realizó con sabroso puchero
Los hermanos franciscanos fueron los encargados de esta celebración en El Rímac.
Es más que un buen plato de sopa, detrás del suculento puchero se esconde una tradición franciscana que llego a nuestro país a inicios del siglo XX.
Se trata de la fiesta del perdón de Asís, por el día de la Porciúncula, que recuerda la petición que hizo San Francisco por la indulgencia de los pecadores.
Como todos los años, el 2 de agosto, desde las primeras horas del día se calientan las enormes ollas en el convento de los Descalzos. Sacerdotes y voluntarios preparan el delicioso puchero con los productos donados por empresas y personas desinteresadas.
Las colas para recibir un plato de puchero se iniciaron desde muy temprano afuera del convento. La gente esperaba no solo alimentar su cuerpo sino también su espíritu.