Casa Marcionelli: la centenaria casona destruida
Un misterioso incendio en medio de las protestas contra el Gobierno destruyó un histórico edificio en el Centro de Lima que dejó 30 damnificados
En vivo, frente a todos, cien años de historia se desploman. En lo que parece un vicioso círculo de desgracias que se repiten, otro inmueble considerado patrimonio cultural se consume en medio de protestas contra el Ejecutivo y el Congreso de la República, sin que nadie comprenda cómo ni por qué.
El inmueble, llamado Casona Marcionelli -apellido del ciudadano suizo que lo construyó en 1923-, estaba valorizado en más de 6 millones y medio de soles. El peso de su belleza arquitectónica quizás le sabe poco a algunos, pero no a los más de 30 damnificados.
Luz Villalobos está desesperada por entrar a su hogar, con su familia adentro. Este otro joven se resistía al impacto de ver su vida, sus cosas, a punto de quemarse.
La Casona Marcionelli está ubicada entre los jirones Carabaya y Lino Cornejo. Está a una cuadra de la Plaza San Martín, en pleno corazón de Lima.
Desde la plaza, que ha sido punto central de las protestas de esta semana, las voces de asombro y sospecha se gritaban en coro. En la memoria colectiva estaba el recuerdo del incendio del Banco de la Nación en las protestas de los Cuatro Suyos hace 23 años, un crimen con un fallecido del entonces gobierno fujimorista para frenar la ola de marchas en su contra ¿Lo que ahora cientos de personas atestiguan fue producto de otro boicot, fue provocado o fue un accidente?
Apenas reportado el incendio, algunas unidades de los bomberos fueron atacadas con piedras. Mientras unos 36 vehículos de bomberos trabajan, abajo empezaron a tejerse teorías sobre las causas de tremendo siniestro.
Es verdad que en la intersección de estas calles la policía intentaba mantener el control de las calles con bombas lacrimógenas. Las cámaras de seguridad han evidenciado que el ambiente ya estaba caldeado.
¿Acaso un proyectil de bomba lacrimógena pudo haber caído en el techo y provocar un incendio? Las estadísticas juegan en contra.
Luz Villalobos, una de las personas damnificadas, tenía buen rato sufriendo antes del incendio. Y es que, en la marcha, inconscientes de que estaban rodeado de edificaciones históricas, algunos de los protestantes empezaron a destruir las paredes para lanzarlas fragmentadas a la policía. Cada una de las acciones en estos cruces de calle fue registrado y monitoreado por las cámaras de seguridad de la Municipalidad de Lima.
Bombas lacrimógenas de un lado, del lado de la policía, y bombardas, fuegos artificiales o avellanas del otro lado, del lado de algunos los manifestantes, quienes lo usaron ese día y al día siguiente.
La Casona Marcionelli tiene 11.5 m2 de altura, más de 500 m2 de área, 3 pisos y 8 balcones, pero, en especial, historia. Durante el virreinato, esta área fue parte del monasterio de la Encarnación y, más tarde, también fue parte de una estación de ferrocarril. Hace exactamente 100 años, en 1923 el ingeniero y filántropo suizo Severino Marcionelli demoró 2 años para construir aquí este edificio de oficinas que cobijó a algunas de sus empresas.
Hay que ver que pese a su valor patrimonial, pese a las inspecciones en su alrededor por los hoteles, discotecas y restaurantes que hay, y pese a que está ubicado a pocos metros de la municipalidad, nadie se había percatado que en el techo se había estado acumulando material altamente inflamable. Todos los ingredientes para el fogón estaban servidos.
Con su nieta prematura en brazos, Alejandra Mellado corre desesperada por ayuda.
La desgracia que Alejandra y su familia hoy deben afrontar dura más segundos que un video en TikTok. Son mujeres e hijos que huyeron de su propio país en conflicto político y social, y que hoy siguen pagando los platos rotos ajenos. Hay que ser valientes cuando las papas queman, pero cuando una edificación arde en llamas, es antigua y está construida de quincha, es mejor ser prevenidos.
Flavio Castillo se mantiene en la casa refugio que la Municipalidad de Lima ha dispuesto para afectados y damnificados del incendio. Trabaja y estudia al mismo tiempo. Todo lo ganado lo ha perdido en menos de una noche.
Horas después de esta entrevista, Flavio volvió a lo que queda de su hogar intentando rescatar algunas pertenencias. Pero el fuego, 48 horas después, siguió incesante en cimientos. Los bomberos, 48 horas después, seguían trabajando.