EE.UU. construye nuevo tramo del muro fronterizo con México

La obra, impulsada por la política migratoria de Trump, busca cerrar brechas críticas y mejorar la vigilancia.

Foto y video: Canal N

Estados Unidos inició la construcción de un nuevo tramo del muro fronterizo con México, ubicado entre Santa Teresa, Nuevo México, y Ciudad Juárez. La nueva infraestructura, de más de once kilómetros de largo, forma parte del plan de seguridad migratoria impulsado por la administración del expresidente Donald Trump.

Las autoridades estadounidenses han indicado que el proyecto busca cerrar brechas críticas en la frontera sur, reforzando el control en zonas de alto flujo migratorio. La obra ha generado reacciones tanto en México como entre organizaciones ambientalistas por su impacto territorial y político.

Características del nuevo tramo del muro

La nueva sección del muro comprende más de 11 kilómetros de barrera metálica, construida con estructuras de acero de aproximadamente nueve metros de altura. Durante el primer día de obras, se instalaron más de 30 metros de valla, en una zona caracterizada por su intensa actividad migratoria.

La zona intervenida conecta el sector de Santa Teresa, en el estado de Nuevo México, con Ciudad Juárez, una de las regiones más activas del corredor migratorio norteamericano. Este muro se suma a las estructuras ya existentes en otros puntos de la frontera.

El proyecto contempla la implementación de sistemas adicionales de vigilancia, iluminación y caminos de patrullaje para las fuerzas de seguridad estadounidenses.

Inversión económica y objetivos

La construcción del muro representa una inversión de más de 46 millones de dólares, según cifras oficiales. A esta suma se le añaden otros 45 millones destinados a centros de procesamiento y detención de migrantes, como parte del mismo plan de seguridad fronteriza.

Las autoridades estadounidenses han calificado el proyecto como un esfuerzo por reducir los ingresos irregulares al país y frenar el tráfico de personas. También argumentan que esta infraestructura permitirá un despliegue más eficiente de los recursos humanos de la patrulla fronteriza.

Desde el Departamento de Seguridad Nacional se ha indicado que el nuevo tramo apunta a resolver puntos vulnerables, conocidos como “brechas críticas”, que permiten el ingreso de migrantes sin control.

Rechazo del gobierno mexicano

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, rechazó públicamente la construcción del nuevo muro. Aseguró que su país no financia ni participará política o económicamente en esta obra, y reiteró su desacuerdo con este tipo de medidas.

“No estamos de acuerdo con el muro. Sin muro se ha logrado una frontera muy segura con colaboración y coordinación. No es necesario”, afirmó Sheinbaum. La mandataria recordó que este tipo de políticas corresponden a una línea tomada por el expresidente Donald Trump.

México ha sostenido que las soluciones al fenómeno migratorio deben centrarse en el desarrollo y la cooperación, no en barreras físicas que separan a los pueblos.

Herencia de políticas migratorias de Trump

La construcción de este tramo del muro se enmarca en el legado de la administración Trump, que priorizó la seguridad fronteriza como uno de sus pilares políticos. Durante su mandato, se construyeron más de 700 kilómetros de barrera, incluyendo tramos en zonas desérticas y de difícil acceso.

Aunque la administración actual no ha adoptado la misma retórica, continúa ejecutando contratos y fondos ya aprobados bajo esa política migratoria. En muchos casos, las obras forman parte de compromisos adquiridos con anterioridad.

Este enfoque ha sido objeto de debate en Estados Unidos, con posturas divididas en torno a su eficacia, costo y repercusión en los derechos humanos de los migrantes.

Impacto ambiental y preocupación social

Organizaciones ambientalistas y defensoras de derechos humanos han expresado su preocupación por las consecuencias del muro en el ecosistema fronterizo. Denuncian que el uso de maquinaria pesada y la alteración del terreno afectan la fauna, los flujos de agua y el equilibrio natural de la zona.

Además, advierten que este tipo de barreras no detienen el fenómeno migratorio, sino que lo desvían hacia rutas más peligrosas, aumentando el riesgo de muertes por deshidratación o accidentes en terrenos inhóspitos.

El tema también ha generado tensión entre ambos países por su impacto en la soberanía territorial y los derechos de los pueblos fronterizos, especialmente las comunidades indígenas que habitan en ambos lados de la frontera.

Tensiones diplomáticas e implicancias regionales

Aunque Estados Unidos ha reiterado que la obra se ejecuta con recursos propios y en territorio nacional, las implicancias diplomáticas no se han hecho esperar. México ha insistido en que cualquier acción fronteriza debe ser coordinada bilateralmente.

El tema del muro ha sido una fuente recurrente de fricción entre ambos países en años anteriores, particularmente durante el gobierno de Trump. Hoy, su reactivación mantiene viva la discusión sobre el enfoque que debe adoptarse para atender el fenómeno migratorio.

Una obra heredada

La obra se enmarca en políticas migratorias heredadas de la administración de Donald Trump. Algunas organizaciones ambientalistas han manifestado su preocupación por los daños ecológicos en la zona.

Analistas internacionales señalan que el incremento de controles físicos en la frontera podría tensar aún más la relación bilateral, especialmente en contextos de elecciones y cambios de gobierno en ambos países.

El tema sigue generando tensión entre ambos países en materia de soberanía y derechos humanos.

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